viernes, 2 de septiembre de 2011
Odio
genético
![]() |
Hace algunos días
deambulaba por la red en busca de vídeos relacionados con canciones de mis años
juveniles, canciones que me traen recuerdos de noches y de novias, de aciertos
y rechazos, música salsa sobretodo. No recuerdo el camino exacto, pero buscando,
buscando me topé con un vídeo interesante que me dio en qué pensar: un joven de
unos veinte años a lo sumo, se había filmado a sí mismo con una cámara WEB –al
parecer en su habitación y hablando de acuerdo a un guión que él mismo se había
escrito, porque en las imágenes se le ve leer un papel de vez en cuando–, y en
el vídeo explicaba su encuentro con un conocido escritor nicaragüense que había
venido a España a presentar su último libro; al parecer él había asistido al
acto no por interés literario, sino por temas políticos que le corroían el
alma. El joven en realidad no explica sus motivos sino que solamente detalla
qué preguntas le había hecho, describe la reacción corporal del escritor, su
incomodidad, porque al parecer éste se sintió un tanto descolocado por el
interrogatorio, y por supuesto que prefirió no responder.
Por lo que pude
entender del vídeo, el joven le recriminaba al escritor el hecho de haber
abandonado al Frente Sandinista a comienzos de los noventa.
Lo que
llamó mi atención, sí, no fue el fondo político, las preguntas fuera de sitio
que le hacía el joven, ni la irreverencia con que, según él, se las hizo; lo
que llamó mi atención fue la edad del joven –como hacía notar previamente éste
tendría unos veinte años– y su encono.
Es de suponer que en
la época a la que se refería él apenas tendría unos cuatro años de edad,
entonces se puede afirmar, sin lugar a dudas, que no es testigo fiable de
aquellas ‘recomposiciones’ que ocurrieron en nuestro país, al menos no en el
plano político, y si hacía sus reclamaciones con odio es porque de alguna
manera a él, alguien o algo se lo ha transmitido.
Supongo que debido a
la precaria situación en que vivimos, todos en algún momento queremos culpar a
alguien de nuestros males; quizás esté bien, quizás esté mal, realmente no
puedo valorarlo. Lo que sí me preocupa es que el malestar se transmita de
generación en generación como si fuese parte de la herencia genética, grabado
con fuego en nuestro ADN, como en éste joven, quien seguramente nunca antes
había tenido la oportunidad de valorar al escritor en persona, posiblemente ni
ha leído ninguno de sus libros, y a pesar de ello lo odia por algo que –esto es
una mera suposición mía– habrán sufrido sus padres, y de alguna manera
relaciona este hecho con aquella descomposición de aquél entrañable partido que
nos libró de la dictadura.
Estas conclusiones me
han llevado a otras, más tristes y menos alentadoras; pienso que de ser ciertas
mis conclusiones, entonces entiendo otros motivos por los cuáles odiamos, como
por ejemplo odiamos a la iglesia, a los gringos, a los españoles, y en último
término a los vecinos de al lado. Eso no significa, sí, que los apruebe o los
apoye. Quizás hubo un tiempo en que ese odio era necesario, pero ahora ya no.
Sencillamente así no
avanza el mundo.
Es tiempo de bajarse
del burro, TODOS, y recomponer el país.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Currently have 0 comentarios: