domingo, 12 de febrero de 2012
A propósito del ACTA
Posted by Perro Gemelo | domingo, 12 de febrero de 2012 | Category:
ACTA,
control,
derechos,
Nicaragua,
vigilancia
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A propósito del ACTA
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Estos días está siendo muy criticado el paquete de medidas que
las grandes empresas norteamericanas quieren implantar en su territorio, y
hacen todo lo posible para que éstas sean extendidas al resto del mundo.
Sinceramente creo que les interesa más que se aplique en el resto del mundo,
porque ya su territorio se les ha quedado pequeño. Pero demos gracias a que
existe el grupo Anonymous, cuyos
integrantes han podido, de momento, presionar tanto para que la normativa no se
apruebe este año. Evidentemente que lo hacen transgrediendo algunas leyes, saltándose
muchas barreras; es también de hacer notar que las negociaciones seguirán
transcurriendo en secreto, y la implantarán aunque el planeta entero esté en
desacuerdo.
La parte de esa normativa que afecta al ciudadano de a pie
se reduce a tres puntos que son primordiales porque dejan moribundos algunos
derechos por los que tanto se ha luchado: la libertad de compartir la propiedad
privada, la libertad de acceso a la red y el control de las conexiones a la red.
La primera parte se refiere a la difusión de copias de productos –libros
digitales, música, vídeos– y a la piratería –que son cosas distintas, no hay
que confundirlas–. La segunda parte es más delicada porque otorga la potestad desconexión
a las empresas que suministran ese servicio –ahora sólo lo hacen si no se pagan
las facturas–. Y por último, la tercera parte permite, a los organismos
estatales o mundiales, la vigilancia a través de los puntos de conexión a Internet
sin que haya de por medio ningún delito.
Y sobre ésta última parte es que va mi reflexión: aunque no
lo sepamos o no lo queramos saber, hace mucho que están haciendo eso que ahora
quieren legalizar.
¿Acaso no vigilan las comunicaciones telefónicas?
¿Acaso no han implantado el programa Carnivore en la red?
¿Acaso no han montada cámaras de vigilancia en todos los
rincones de la tierra?
¿No recibimos cada día demostraciones de que la intimidad es
un concepto del pasado?
Y por último, y para que sea claro para todos aquellos a los
cuáles no les es claro el concepto de Internet, va la siguiente aclaración:
Cuando nos conectamos a Internet, en realidad no lo hacemos
porque podamos hacerlo o tengamos permiso, sino que nos conectamos a otro ordenador –el proveedor de
Internet y de Telefonía– que sí tiene el acceso; y para que ese otro ordenador pueda conectarse tiene
que solicitar, año tras año, un derecho de conexión a la red, y ese permiso sólo
lo otorga una organización estadounidense. Nadie más. En un principio quien
daba el permiso era el mismísimo ejército de los EE.UU, pero ahora ya no lo
hacen ellos, sino que han transferido los derechos a esa otra organización
civil –estas afirmaciones nunca pueden ser absolutas–. Para otorgar el acceso,
a cada ordenador se le asigna un número identificativo, único, con el que se
puede saber el país y la ciudad desde la que se conecta –por ejemplo los números
entre 1 y 1000 son de Managua, y entre 1000 y 2000 son de San José–; es así que
se puede saber en cada momento quién y desde dónde está conectado a Internet, y
lo qué está haciendo –otra verdad que no es del todo absoluta–.
Pero yendo a más: todas las actividades que realizamos al
conectarnos a la red –búsquedas con Google, conexión con nuestras amistades a
través de Facebook, lectura de los buzones de correo electrónico en servidores
públicos como Hotmail y Gmail–, las hacemos porque nos conectamos a ordenadores
–en realidad se les llama servidores– concentrados en un solo punto, y sobre
ellos no tenemos ningún control –quizás la mejor manera de representarlo es como
cuando entramos al metro: todos venimos desde distintas calles y por diferentes
medios, pero todos pasamos por el mismo torniquete–; en otras palabras no
sabemos lo que allí pasa. Lo más probable es que vigilen esos servidores sin
que nos demos cuenta.
Existen mecanismos para evitar la vigilancia y el control,
por supuesto, pero eso no está al alcance de un ciudadano normal, sino en el de
los expertos, o sea que es como si no existiera.
Así, aunque hagan el paripé de que quieren aprobar una norma
que les permita vigilarnos, controlarnos, multarnos y encarcelarnos legalmente,
que sepamos que la vigilancia y el control la aplican hace mucho. No hay
intimidad en la red.
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