domingo, 11 de marzo de 2012
Escolares con padres viejos
Posted by Perro Gemelo | domingo, 11 de marzo de 2012 | Category:
escolares,
Nicaragua,
niños,
padres mayores
|
Escolares con padres viejos
Un día que volvía del trabajo en autobús, escuché a dos
niños hablar de sus padres: el uno le contaba al otro que su madre era
bailarina de no sé qué estilo, y, sin venir a cuento, le revelaba al otro la
edad de su madre. Al escucharlo, el segundo niño se sorprendió y le preguntó si
estaba seguro de que esos eran sus padres y no sus hermanos, porque, dijo con
cierta tristeza, los suyos, al menos su padre, los doblaba en edad.
Yo hice el burro y los escuché durante un rato, porque me
recordaron los años que cursé en la escuela primaria en la ciudad de Danlí, en Honduras,
y luego en Estelí, en donde los otros niños también se sorprendían cuando yo revelaba
la edad de mis padres, jóvenes aún.
Eran tiempos oscuros en nuestro país; sufríamos una
dictadura y sobrevivíamos a base de una economía cien por cien agrícola. En las
familias, todavía regidas por las férreas normas de la religión cristiana, se acostumbraba
a tener los hijos que Dios mandaba, y
luego, debido a que resultaba difícil educar a todos los hijos, lo normal era
que sólo al cumiche –el último de los
hijos– se le permitiera acceder a la escuela.
No era mi caso. Yo no era el primero ni el último de los
hijos, pero se me permitió asistir a la escuela. Y lo aproveché, creo.
En ese momento, al escuchar a los niños hablar de la edad de
sus progenitores, no pude evitar hacer comparaciones entre aquella época y la
actual, y caí a la inevitable conclusión de que a pesar de la distancia y el
tiempo la situación se me antojaba repetitiva: los niños de primaria tienen,
por lo general, unos padres mayores. Y cuando digo mayores me estoy imaginando
personas acercándose o pasada la cuarentena.
A partir de aquél día me pasé varios días intentando encontrar,
para mí, una explicación razonable a ese fenómeno. ¿Fue pura causalidad que me haya
topado en el bus con críos que vivían
una situación para mí conocida o es que el caso es bastante común? ¿Acaso
existe algo que relacione esos hechos, algo que no sea circunstancial? ¿Será
que a los cuarentones les gusta tener hijos para enviarlos a la escuela?
Es probable que, de continuar, me habría hecho otro montón
de preguntas incoherentes, debido a que no soy un estudioso de la materia, ni
me dedico a la estadística. Lo cierto, sí, es que pensando, pensando, encontré
una posible explicación y me he quedado con esa: el elemento que relaciona
ambas circunstancias es la dificultad.
El coste monetario.
Me explico.
Como decía, antes a la gente trabajadora le resultaba sumamente
difícil educar a todos los hijos de la familia por lo caro que esto resultaba,
y, llegado el momento, debían decidir si ofrecerles esa oportunidad a todos y pelearse
con la pobreza, o poner a trabajar a los mayores y sólo enviar a la escuela a
uno o dos de los hijos menores. La mejor opción era esta segunda.
Yo me encontraba casos de este estilo en la escuela.
Ahora se da una situación parecida, con otros rizos, sin
duda, pero es más o menos lo mismo: el coste de mantener un pequeñajo ha subido
tanto, que las parejas se lo piensan años y años antes de dar el gran salto a la paternidad; hay que
ahorrar mucho dinero para que, al nacer, al pequeño no le falte de nada, y cuando
ese momento sucede ya están al límite natural de la que podría considerarse la
segunda edad, y van entrando a la tercera.
Luego, claro, a algunos niños les resulta curioso que existan
otros niños en el mundo cuyos padres sea tan jóvenes como sus hermanos.
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